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miércoles, 15 de enero de 2014

Paradise.



This is how we live in paradise. 
We breathe salty air and sand gets in our hair. 
Enjoy!
















martes, 17 de diciembre de 2013

Media, ¿qué?

Si oyes a una persona referirse a otra como su media naranja, échate a correr. Lejos. Que no puedan contagiarte. Las personas que hablan de una media naranja no son de fiar. ¿Qué demonios es eso? ¿Es posible que solo nos corresponda la mitad de una persona? Y si es así ¿es que no estamos completos? ¿Por qué necesitamos otra media? ¿Qué le pasa a la nuestra? Siento soltar tantas preguntas de golpe pero es que necesito respuestas. Mi cara de aturdimiento más profundo brota cuando oigo a personas que creí cuerdas, referirse a su pareja como media naranja. ¿Es que no nos consideramos a uno mismo como suficiente? 




Voy a proceder a contestar a estas preguntas, como pueda y desde mi escaso (por no decir nulo) conocimiento amoroso. Veamos…

Empecemos por el hecho de que a mi no me gustaría que me llamaran media naranja. Suena despectivo. Feo. Como medio limón. O medio kiwi. Soy una persona entera, no me llames media fruta. Por muy bonita que sea esa fruta. 

Siguiente: ¿Cómo vamos a tener otra mitad? Venga hombre. Es imposible que alguien sea  tan parecido a mí, y doy gracias. Y aunque lo fuera, por cuestiones biológicas no puede ser ni una ni otra mitad de otra persona. Olvidémoslo. La ciencia lo descarta como imposible. ¿Por qué sigue existiendo esta expresión? 

Y por si la ciencia no fuera suficiente, está el hecho de que al considerar que nos falta una mitad para ser un entero, estamos implicando, de forma indirecta, que no somos suficientes. Un poco triste, ¿no creéis? A mi me lo parece. 


No me mal interpreten, tengo la capacidad de amar, siento con la misma intensidad que cualquier otra veinteañera. Lo único que quizás me diferencia es que busco alguien que me complemente, no que me complete. Conmigo misma me basto, y hay días que hasta me sobra mitad. 









jueves, 12 de diciembre de 2013

Xmas time.


Cambio un 25 de diciembre nevado por 25 grados y la brisa del mar, 
un chocolate caliente por un helado de stracciatella. 
En lugar de una bufanda de lana y botas de cuero, un bikini y cholas. 
El anhelo de calor (humano o no), por las ganas de playa, 
el snowboard por el surf.
Y así, infinidad de cosas...
Tengo la suerte de llamar casa a una isla, 
donde la navidad jamás será blanca, 
pero sí mágica. 



La vida da muchas vueltas y quizás el próximo año viviré una navidad blanca, por el momento os dejo con mi inspiración para unas (frías) navidades. 

























Merry Christmas! 











lunes, 9 de diciembre de 2013

Instantáneas de Barcelona.





Solo hizo falta un instante para saber que me había enamorado. Pero, ¿cómo se mide un instante? La RAE lo define como una "porción brevísima de tiempo", pero yo creo que es algo más. Es una sensación. Un sentimiento más allá de lo medido por el reloj. Rompe su relación con el tiempo, ahora los instantes duran lo que dure nuestra tarjeta de memoria. Las instantáneas tienen el poder de evocar sentimientos. Hacen que volvamos a sonreír al ver cada foto y recordar el momento en el que la sacamos… 



Las grandes ciudades están repletas de cosas que hacer, gente a la que ver. Cafés que te dan tiempo a contar todo lo necesario. Puestas de sol en el Born. Muros que susurran batallas y yo que las escucho. Noches mágicas. Días que quisiera que duraran para siempre. 




Lujo. Que no lujuria. Que también. Paseo de Gracia. Sin fin de tiendas, escaparates, gente cool, forma parte del paisaje cosmopolita. Pausa dentro de la prisa. Una ciudad que enamora y tú te dejas enamorar. 



Perdí la noción del tiempo. Eché un vistazo a mi alrededor. 
El fin de semana se ha terminado y no, no he encontrado nada que no me gustara. 
Todo lo contrario.
Cosas aun por hacer, lo primero la maleta.
A un avión de distancia. 
Volveré.