La cama está fría, "vuelve", te susurro, pero no me oyes.
Ya estás fuera, cruzando la calle de camino al metro.
Lejos de mi portal. De mi casa. De mí.
Mi corazón se siente vacío, como tantas otras veces.
Te busca, pero no estás. Quizás nunca has estado.
Y quizás nunca te he tenido.
"Eres perfecta, princesa".
Me agarro a cada palabra que sale de tus labios como un mendigo a una limosna.
No me reconozco.
Noches sin fin recreo nuestras escenas en mi cabeza,
una y otra vez.
Cada uno más intenso y más real que el anterior, me aferro a ellos.
¿Qué pasa cuando lo único que nos queda son recuerdos?
No los quiero dejar marchar.
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