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jueves, 20 de junio de 2013

Arriesga y gana.

Entre el humo de cigarro y la multitud, te vi. Nuestras miradas se cruzaron medio instante. Un instante en el que la música se paró y solo podía ver tu cara, mirándome. Se rompió el momento y vi como retomabas tu baile con esa chica, una de muchas en tu hilera de rollos de una noche, cuyo nombre (probablemente) no recordarías al día siguiente. 

Ibas en contra de todos mis principios. Me habían advertido sobre chicos como tú. Chicos con una sonrisa hipnótica, pelo perfectamente despeinado, ojos que parecen ver lo que tú no puedes... Mi mente lo sabía, pero mi cuerpo parecía no querer escuchar. La adrenalina que desprendía solo estando en la misma habitación era suficiente para callar esa vocecita interior que me decía que no me acercara demasiado. "Es arriesgado", me decía. 

Guardé esa voz en una caja y tiré la llave. 

Me acerqué a ti. No volví a mirar atrás. Muchas veces nos quedamos en la superficie por no hundirnos, sin saber que siempre flotamos. Siempre. De una forma o de otra. Sumérgete. Si no arriesgamos, siempre nos quedaremos con una idea, pero nunca con una realidad palpable. Arriesga. Cáete. Levántate. Repite. No sabemos como terminará, pero sabemos que valdrá la pena. 









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